Imagina esto: Estás en una isla paradisíaca, trabajando desde tu portátil, disfrutando de una piña colada, con una brisa suave acariciando tu rostro. Todo parece perfecto… hasta que la conexión Wi-Fi decide irse de vacaciones antes que tú. Tu pantalla se congela, los correos electrónicos se amontonan, y de repente, ese paraíso se convierte en una pesadilla. El pánico comienza a invadirte, y sientes que el mundo se desmorona porque, por supuesto, el Wi-Fi lo es todo, ¿verdad?
Ahora, respira hondo. Antes de lanzar ese portátil al océano, vamos a hablar de una lección vital que puede salvarte en situaciones como esta: enfócate en lo que puedes controlar. Este principio no solo es crucial para sobrevivir en tu día a día como trabajador remoto o nómada digital, sino que también es la base para desarrollar una fuerza mental y resiliencia dignas de un Jedi.
Focus – Mark Arron Smith
Primero, deshagámonos de una idea errónea muy común: no puedes controlarlo todo. No importa cuántas veces repitas el mantra «Si lo deseo con suficiente fuerza, lo conseguiré», la verdad es que no puedes controlar el clima, el tráfico, las decisiones de los demás, o la velocidad de tu conexión a internet en esa isla remota. Y aquí está el truco: Cuanto antes lo aceptes, mejor.
Lo que sí puedes controlar son tus pensamientos, acciones y actitudes. Esto significa que puedes decidir cómo reaccionar cuando las cosas no van según lo planeado (lo cual, por cierto, es casi siempre). Puedes elegir mantener la calma, encontrar una solución alternativa o, si todo falla, reírte de la situación absurda en la que te encuentras.
Entonces, la próxima vez que el Wi-Fi te falle, en lugar de maldecir a los dioses de la tecnología, pregúntate: “¿Qué puedo controlar aquí?” Tal vez puedas usar ese tiempo para una pausa creativa, o tal vez podrías simplemente disfrutar de la playa, porque, vamos, estás en una isla paradisíaca después de todo.
El segundo punto crucial es entender que tu energía es un recurso limitado. Si pasas todo tu tiempo y esfuerzo preocupándote por cosas que están fuera de tu control, es como intentar llenar un cubo con un agujero en el fondo: un desperdicio total.
Piensa en tu energía como una batería de smartphone. Cada vez que te preocupas por algo que no puedes cambiar, es como dejar todas las aplicaciones abiertas y ver cómo la batería se drena a una velocidad absurda. No es sostenible. En cambio, si te concentras en lo que está dentro de tu esfera de control, estás gestionando tu batería de manera eficiente, asegurándote de que puedas seguir funcionando sin quedarte en modo ahorro de energía antes del mediodía.
Además, dirigir tu energía hacia lo que puedes controlar no solo te hace más eficiente, sino que también te da una sensación de logro y empoderamiento. Cuando tomas decisiones conscientes sobre cómo reaccionar ante las circunstancias, te das cuenta de que tienes más poder sobre tu vida de lo que pensabas. Y eso, my friend, es un gran paso hacia la fuerza mental y la resiliencia.
Hablemos de la negatividad, ese lorito en tu cabeza que siempre encuentra lo peor en cada situación. ¿Sabes cuál es su objetivo? Robarte el control. Cada vez que te quedas atrapado en pensamientos negativos sobre cosas que no puedes cambiar, estás entregando voluntariamente tu poder mental a ese lorito.
Aquí es donde entra en juego la actitud. Sí, puedes elegir ser positivo, o al menos, no ser abrumadoramente negativo. No se trata de convertirse en esa persona que siempre dice “Todo pasa por una razón” mientras su casa se incendia. Se trata de adoptar una actitud realista pero optimista. Puedes reconocer que la situación es una mierda (perdón por la expresión), pero al mismo tiempo, puedes decidir que no vas a dejar que te arruine el día.
¿Cómo escapas de la trampa de la negatividad? Replanteando tu enfoque. La próxima vez que te enfrentes a un desafío, en lugar de pensar en lo que salió mal, concéntrate en lo que puedes hacer al respecto. Esto podría ser tan simple como cambiar tu perspectiva o tomar una pequeña acción que te acerque a una solución. Al hacerlo, estás reclamando tu poder y evitando que la negatividad controle tu vida.
Como nómada digital o trabajador remoto, la adaptabilidad es clave. Te mudas de un lugar a otro, navegas por zonas horarias, y todo mientras intentas mantener una rutina de trabajo efectiva. En este estilo de vida, las cosas no siempre salen como planeaste, lo sabes tú, lo sabe hasta la araña chiquitita de Canticos.
Imagina que llegas a tu nuevo destino con una agenda repleta de reuniones y deadlines, solo para descubrir que la electricidad se va cada dos por tres. Podrías sentarte y llorar, o podrías… bueno, enfocarte en lo que puedes controlar. Tal vez te conviertas en un maestro del trabajo nocturno, o quizás encuentres un café cercano con un generador propio. Sea lo que sea, la clave es adaptarte y fluir.
En lugar de resistirte a los cambios y estresarte por ellos, aprende a verlos como oportunidades para crecer. Cada obstáculo es una oportunidad para afinar tus habilidades de resolución de problemas y para demostrar a tu yo presente lo resiliente que realmente eres.
Y ahora, un pequeño secreto: el humor es tu mejor amigo. Cuando aprendes a reírte de las absurdidades de la vida, estás construyendo una armadura mental que te protege contra el estrés y la desesperación.
Así que, la próxima vez que te encuentres en una situación complicada, busca el lado cómico. El humor no solo te ayuda a sobrellevar los desafíos, sino que también te permite mantener una perspectiva equilibrada. Si puedes reírte de algo, significa que no te ha vencido. Estás en control, al menos de tu actitud, y eso es más de lo que muchos pueden decir.
Hablemos de cómo puedes aplicar este principio en tu vida diaria. Aquí tienes algunos ejercicios prácticos:
Lista de Control: Cada mañana, haz una lista de las cosas que puedes controlar ese día. Esto podría incluir tus tareas, tus objetivos personales, o incluso tu actitud hacia un desafío. Mantén esta lista cerca y revisa cómo estás gestionando esos elementos.
Diario de Pensamientos: Lleva un diario donde anotes tus pensamientos negativos o preocupaciones. Después, divídelos en dos categorías: cosas que puedes controlar y cosas que no. Luego, enfócate en cómo puedes influir en lo que está bajo tu control y deja ir el resto.
Visualización Positiva: Dedica unos minutos al día para visualizar cómo manejarías una situación difícil centrándote solo en lo que puedes controlar. Imagina cómo te sentirías al tomar decisiones conscientes y cómo te fortalecería esa experiencia.
Práctica de la Resiliencia: Cada vez que enfrentes un desafío, pregúntate: “¿Qué puedo hacer al respecto?” Enfócate en acciones pequeñas pero significativas que estén bajo tu control y ponlas en práctica.
Reencuadre Mental: Cada vez que te sorprendas preocupado por algo fuera de tu control, reencuadra tu pensamiento. Pregúntate: “¿Qué oportunidad se esconde aquí? ¿Cómo puedo aprender o crecer a partir de esto?”
Enfocarte en lo que puedes controlar es más que una estrategia de vida; es una forma de construir una fuerza mental y resiliencia que te ayudará a enfrentar cualquier cosa que la vida te lance, ya sea un Wi-Fi deficiente o un cambio inesperado de planes.
Recuerda, no puedes controlar todo, pero siempre puedes controlar cómo reaccionas ante las circunstancias. Dirigir tu energía hacia lo que está bajo tu control no solo te hará más efectivo en tu trabajo, sino que también te proporcionará una sensación de paz y empoderamiento.
Así que, la próxima vez que te enfrentes a un desafío, en lugar de caer en la trampa del pánico o la frustración, pregúntate: “¿Qué puedo controlar aquí?” Y luego actúa en consecuencia. Porque, al final del día, el poder está en tus manos (y en tu mente).
Y si todo falla… siempre puedes reírte de ello.